Los lentes de contacto son una excelente opción para corregir problemas de visión, pero requieren un manejo higiénico y responsable para evitar infecciones o daños oculares. Sigue estas recomendaciones para mantener tus ojos saludables:
Lávate las manos con agua y jabón neutro antes de manipular los lentes.
Sécate con una toalla sin pelusa para evitar que residuos se adhieran al lente.
Nunca uses saliva o agua del grifo para limpiarlos (contienen bacterias peligrosas).
Usa solución desinfectante especial para lentes de contacto (no sueros caseros ni agua).
Frota suavemente los lentes con los dedos (si son reutilizables) para eliminar depósitos de proteínas.
Guárdalos en su estuche limpio y cambia la solución diariamente.
Respeta el límite de horas diarias (generalmente 8–12 horas, dependiendo del tipo de lente).
No duermas con ellos (a menos que sean de uso prolongado y tu optometrista lo autorice).
Alterna con gafas para dar descanso a tus ojos.
Evita nadar o ducharte con lentes de contacto (el agua puede contaminarlos con microorganismos).
En ambientes con polvo o químicos, usa gafas protectoras o evita los lentes.
Lava el estuche con solución estéril (nunca con agua corriente).
Cámbialo cada 2–3 meses para prevenir contaminación.
Si sientes ojo rojo, dolor, visión borrosa o sensibilidad a la luz, retira los lentes y consulta a tu optometrista.
No uses lentes vencidos o dañados.
El uso inadecuado de lentes de contacto puede provocar infecciones severas, daños irreversibles en la córnea e incluso pérdida de visión. A continuación, te explicamos los riesgos reales de no seguir las medidas de higiene y cuidado:
Causada por bacterias (Pseudomonas, Staphylococcus), hongos (Fusarium) o parásitos (Acanthamoeba).
Síntomas: Dolor intenso, ojo rojo, secreción purulenta, sensibilidad a la luz y visión borrosa.
Si no se trata a tiempo, puede ulcerar la córnea y dejar cicatrices permanentes.
Lesiones abiertas en la córnea por infección o falta de oxígeno (hipoxia).
Pueden requerir tratamiento con antibióticos tópicos intensivos o incluso hospitalización.
Las infecciones mal curadas pueden dejar cicatrices que distorsionan la visión y requieren cirugía láser (PTK) o trasplante.
En casos extremos, la opacidad corneal causa ceguera parcial o total.
El uso excesivo de lentes (o dormir con ellos) reduce el oxígeno en la córnea, provocando crecimiento anormal de vasos sanguíneos (visión borrosa irreversible).
En casos graves, cuando la córnea está severamente dañada, la única solución es un trasplante de córnea (queratoplastia).
La Acanthamoeba (parásito encontrado en agua contaminada) es especialmente peligrosa y puede requerir años de tratamiento.
Queratoconjuntivitis límbica superior (CLPC): Inflamación crónica por alergia a los lentes, que puede imposibilitar su uso en el futuro.
Infecciones como la queratitis por Pseudomonas pueden avanzar en solo 24–48 horas, destruyendo tejido corneal rápidamente.
El 20% de los casos graves terminan en pérdida visual significativa (según estudios oftalmológicos).
✅ Nunca duermas con lentes (a menos que sean de uso prolongado y autorizados).
✅ Evita nadar o lavarte la cara con ellos puestos.
✅ Reemplázalos según las indicaciones (diarios, mensuales, etc.).
✅ Asiste a revisiones anuales con tu optometrista.