El ojo seco es una de las condiciones más frecuentes en la práctica clínica y, al mismo tiempo, una de las más desafiantes cuando se trata de adaptar lentes de contacto. La lágrima es esencial para la claridad visual, la comodidad, la protección del epitelio corneal y para mantener un adecuado intercambio de oxígeno entre la lente y la superficie ocular.
Cuando la película lagrimal es insuficiente o de mala calidad, la experiencia con lentes de contacto puede volverse complicada e incluso intolerable.
Por ello, la valoración del ojo seco es un paso crítico antes de adaptar cualquier tipo de lente.
La superficie ocular requiere una capa lagrimal estable para:
Mantener la visión nítida
Lubricar parpadeo tras parpadeo
Evitar daño epitelial
Reducir fricción entre la lente y la córnea
En pacientes con ojo seco, la película lagrimal se evapora con rapidez, se vuelve inestable o no lubrica adecuadamente. Esto impacta directamente en:
Tolerancia al lente
Visión fluctuante
Sequedad intensa
Irritación
Riesgo mayor de queratitis o úlceras
Por ello, cualquier tipo de lente, blando, rígido o escleral, exige una evaluación más estricta y un seguimiento más cercano.
Los lentes blandos, especialmente los hidrofilicos tradicionales, tienden a agravar los síntomas de ojo seco, ya que dependen de la humedad para mantener su flexibilidad y comodidad.
Problemas más frecuentes
El lente se deshidrata rápidamente.
La visión empeora con el paso de las horas.
Sensación de arenilla o cuerpo extraño.
Intolerancia al uso prolongado.
Mayor propensión a irritación o enrojecimiento.
Incluso en materiales modernos como los silicón hidrogel, aunque la permeabilidad al oxígeno es excelente, la comodidad puede ser limitada en ojos con película lagrimal insuficiente.
Estos pacientes suelen requerir lubricación frecuente o, en algunos casos, considerar alternativas más estables.
Los RGP pueden mejorar la calidad visual, pero el ojo seco sigue siendo un reto en su adaptación.
Limitaciones en el ojo seco
El parpadeo insuficiente o doloroso puede comprometer la estabilidad del lente.
La visión puede volverse fluctuante.
Se incrementa el riesgo de microerosiones epiteliales.
La adaptación puede ser incómoda o difícil de lograr.
Si bien proporcionan excelente oxigenación, la falta de lágrima basal adecuada compromete la lubricación entre la córnea y el lente, lo que reduce significativamente la comodidad.
En ojos moderadamente secos, el RGP puede funcionar con tratamientos coadyuvantes, pero en sequedad severa suele no ser la primera elección.
Los lentes esclerales representan una de las mejores alternativas para pacientes con ojo seco moderado a severo.
Al asentarse sobre la esclera y NO sobre la córnea, crean un reservorio de lágrima entre la lente y el epitelio corneal. Este reservorio:
Hidrata continuamente la superficie ocular
Protege áreas dañadas
Reduce la fricción
Estabiliza la visión
Proporciona un excelente confort durante varias horas
Ojo seco moderado a severo
Enfermedad del injerto contra huésped (EICH/GVHD)
Síndrome de Sjögren
Ojo seco post láser o post cirugía corneal
Cicatrices corneales
Irregularidades corneales coexistentes (queratocono, ectasia)
Costo elevado, especialmente los diseños personalizados.
Requieren una adaptación especializada.
Exceso de horas de uso puede generar hipoxia
Congestión conjuntival
El uso responsable es esencial, generalmente recomendando entre 8 y 10 horas al día, dependiendo del diseño y del caso clínico.
Los lentes de contacto terapéuticos (habitualmente lentes blandos de uso médico) cumplen una función diferente: proteger y favorecer la cicatrización del epitelio corneal, no mejorar la visión.
Se utilizan en casos donde la superficie ocular presenta:
Queratitis filamentosa
Queratitis epitelial severa
Úlceras corneales por sequedad extrema
Defectos epiteliales persistentes
Dolor por exposición o erosiones recurrentes
Estos lentes actúan como una “venda” o escudo protector, disminuyen el roce del párpado, mejoran la hidratación superficial y facilitan la regeneración tisular.
No son lentes destinados para uso cosmético ni refractivo; requieren tratamiento médico adicional y un seguimiento estrecho.
Evaluación completa de superficie ocular (BUT, osmolaridad, tinción, meibografía).
Controlar el ojo seco antes de adaptar lentes.
Lubricación frecuente con gotas compatibles con lentes.
Evitar ambientes secos prolongados (aire acondicionado, pantallas).
Parpadeo consciente y pausas visuales.
Limitar horas de uso, especialmente con lentes esclerales.
Reemplazo adecuado del lente según su tipo.
Revisiones periódicas para evitar complicaciones.